La ONU alerta sobre la crisis hídrica y llama al mundo a unir esfuerzos en la conservación.  

Por Yoselin Alfaro

 En todo el mundo el 26% de la población no dispone de agua potable y el 46% carece de acceso a un saneamiento, esta condición podría agravarse de no impulsar la cooperación internacional, alertan organismos de las Naciones Unidas.

La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) y ONU-Agua señalan que una media del 10% de la población mundial vive en países con estrés hídrico alto o grave.

En el Informe de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos en el Mundo, presentada en 2023, se detalla que al ritmo actual, se prevé que la población urbana mundial que sufre escasez de agua llegue a 2.400 millones de personas en 2050.

Los recursos hídricos internos renovables han disminuido en un 20% entre 2000 y 2021, siendo África Subsahariana, Asia Central, Asia Occidental y Norte de África los países más afectados.

Esta escasez, agravada por la crisis climática y sus efectos en la agricultura, salud e ingresos, podría costarles a algunos países hasta un 6% de su PBI en 2050, según el Banco Mundial, lo que fomentará la migración y provocará conflictos.

La creciente incidencia de sequías extremas y prolongadas también repercutirá en los ecosistemas, con consecuencias serias para las especies vegetales y animales.

El origen de la crisis hídrica, apunta este informe, se encuentra en el crecimiento demográfico, el desarrollo socioeconómico y los cambios en los patrones de consumo del que incrementaron su uso en 1% en los últimos 40 años. 

A ello se suma la crisis climática y la acción directa del hombre, así el 75% de las tierras sufre profundas alteraciones ocasionando la pérdida del 85% de los humedales, convirtiendo a los ecosistemas de agua dulce entre los más amenazados del mundo. 

Este panorama amerita una cooperación internacional activa mediante la colaboración mutua entre comunidades urbanas y rurales para mantener la seguridad alimentaria así como los ingresos de los agricultores. 

Lograr más acuerdos de cooperación respecto a la gestión de los ríos y acuíferos que cruzan fronteras internacionales, pues en la actualidad solo 6 de los 468 acuíferos cuentan con esta condición. 

Debido a este contexto las Naciones Unidas llaman a los países miembros a impulsar la cooperación para conseguir los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y evitar la crisis hídrica mundial.


Derrame de relaves mineros en el río Pará / Igor Brandão/Agencia Pará.

El reto de llevar agua a asentamientos humanos

Muchos países siguen enfrentando desafíos a la hora de extender los servicios a las zonas rurales, donde la cobertura de los servicios de agua potable gestionada de forma segura es menor que en las zonas urbanas. 

Ante esta situación los gestores de servicio de agua, pueden convertirse en un valioso instrumento para llegar a las poblaciones desabastecidas en contextos urbanos. 

Esta estrategia combina las capacidades de empresas privadas con las públicas lo que a su vez generaría un intercambio de competencias y conocimientos que pueden ser replicados en otras empresas.  

La estrecha relación del agua y la salud 

En 2019 1,4 millones de muertes se atribuyeron a servicios de agua, saneamiento e higiene inadecuados, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).

La pandemia de COVID-19 mostró las lagunas de estos servicios básicos, pero también hizo que se prestara más atención a la necesidad de dar más apoyo a los servicios de agua, saneamiento e higiene en todos los contextos.

Los datos globales nos muestran que se necesita avanzar cuatro veces más rápido para alcanzar el objetivo de proporcionar a todo el mundo agua, saneamiento e higiene gestionados de forma segura (WASH) en 2030.

Progreso respecto a las metas del ODS 6 hasta 2023

Agua potable y servicios de saneamiento (Meta 6.1 y 6.2):  Si se pretende lograr la cobertura universal al 2030, es necesario aumentar el ritmo de progreso actual en los servicios de agua para el consumo, los servicios de saneamiento y los servicios básicos de higiene.

Calidad del agua y aguas residuales (Meta 6.3): En 2020 el 44% de las aguas residuales domésticas del mundo no se trataron antes de verterlas al ambiente. Estas cifras  proceden de datos de 128 países, donde se halla el 80% de la población mundial.

La eficiencia en el uso del agua y la escasez de agua (Meta 6.4): La eficiencia en el uso del agua aumentó un 9% de 2015 a 2018; todos los sectores económicos experimentaron dicho incremento.

Gestión hídrica y cooperación transfronteriza (Meta 6.5): A pesar de que la mayoría de los países avanzaron, es necesario doblar el ritmo global de progreso en la implementación de la gestión integrada de los recursos hídricos (GIRH) para alcanzar la meta. 

Ecosistemas relacionados con el agua (Meta 6.6): El número de países con normas para garantizar la participación de los usuarios y comunidades aumento de 2014 a 2019, a pesar de esto, sigue siendo insuficiente.

Recomendaciones de la ONU

La ONU concluye respecto a la ODS 6 que es necesario que los Estados actúen más rápido respecto al manejo del agua potable, saneamiento e higiene básica, pues al ritmo actual, entre 1400 a 3000 millones de personas no contarán con este servicio al 2030.

La organización alerta también que la calidad del agua empeora al no ser tratada de forma debida causando efectos nocivos para los ecosistemas y la salud humana, al ser expuestas a la contaminación. 

Agrega que, la crisis climática incrementa el estrés hídrico y pone en riesgo la seguridad alimentaria y a la biodiversidad. Así, las inundaciones y las sequías son cada vez más frecuentes y extremas. 

La ONU reconoce que la gobernanza inclusiva se reconoce, pero no se aplica. Aunque cada vez es más frecuente que en las políticas y leyes nacionales se tengan en cuenta los procedimientos participativos, su aplicación ha sido insuficiente. 

Soluciones viables y proyectos replicables 

En su informe la ONU resalta la importancia de los “fondos de agua” sistemas de financiación que articulan actores públicos, privados y de la sociedad civil con el fin de contribuir a la seguridad hídrica y al manejo sostenible de la cuenca.

Un ejemplo valioso es el Fondo del Agua de Monterrey (México), puesto en marcha en 2013, ha mantenido la calidad del agua, reducido las inundaciones, mejorado la infiltración y rehabilitado hábitats naturales a través de la cofinanciación. 

El éxito de enfoques similares en el África subsahariana, incluida la cuenca del río Tana-Nairobi, que suministra el 95% del agua dulce de Nairobi y el 50% de la electricidad de Kenya, ilustra el potencial global de tales asociaciones.

Por otro lado, la participación inclusiva fomenta la aceptación y la apropiación. Por ejemplo, en los campos de desplazados de la región somalí de Gedo, los residentes eligen comités de agua que gestionan y mantienen los puntos de agua.

Fuente Servindi.org

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